El acceso a un sistema de saneamiento adecuado es un derecho humano y aplica para todos. Los servicios e instalaciones de saneamiento y, en particular, las instalaciones en el lugar y las interfaces de usuario, se diseñan con demasiada frecuencia de forma estándar, sin tener en cuenta la diversidad de necesidades de los distintos grupos de usuarios. En especial en la fase de respuesta rápida, en la que el tiempo y el dinero son factores limitantes, se opta por diseños sencillos, uniformes y fáciles de implementar. Sin embargo, en cualquier comunidad afectada hay un amplio abanico de capacidades y necesidades diferentes. Por consiguiente, si no se aborda de forma adecuada este abanico de capacidades y necesidades durante la fase de evaluación, planificación y diseño, las personas quedarán excluidas de unas instalaciones y servicios de saneamiento que, de otro modo, serían los adecuados.
Un enfoque de diseño inclusivo y equitativo (o universal) considera la diversidad de las personas como una parte normal de toda sociedad en la que las necesidades y los derechos de los diferentes grupos e individuos tienen el mismo valor y están equilibrados de forma apropiada. El diseño inclusivo pretende identificar y eliminar posibles barreras y crear instalaciones y ambientes que todos puedan utilizar, sin importar su edad, sexo, enfermedad o discapacidad. Ayuda a mejorar el sentido de la dignidad y la autosuficiencia, la salud y el bienestar, apoya a las personas que cuidan de otras y contrarresta la incomprensión y la ignorancia. A menudo solo se necesitan pequeñas adaptaciones o mejoras de diseño para que las instalaciones de saneamiento sean más inclusivas. Si se tienen en cuenta en la fase de diseño, los costos adicionales del 3 % al 7 % favorecen los sistemas sin barreras.
Para ser inclusivos, todos los grupos de usuarios potenciales se deben tener en cuenta de forma adecuada en el diseño de las instalaciones de saneamiento. Entre ellas, se incluyen personas con discapacidades físicas, mentales, intelectuales o sensoriales de largo plazo; personas con movilidad reducida; personas de distintas edades; personas enfermas o lesionadas, niños, mujeres embarazadas, mujeres y niñas con necesidades específicas en materia de seguridad y gestión segura de la higiene menstrual, entre otras. Las personas pueden pertenecer a distintos grupos de usuarios al mismo tiempo (interseccionalidad), y algunos de los grupos de usuarios potenciales pueden estar ocultos o ser menos visibles. Por ello, es crucial identificar a los grupos de usuarios y sus posibles barreras ya durante la fase de evaluación inicial X.1. Es esencial que las instalaciones se construyan desde la perspectiva de las personas afectadas y deben ser consultadas y participar de manera activa en el posterior proceso de diseño e implementación del programa. Según los usuarios previstos, puede que las intervenciones, adaptaciones y mejoras de diseño incluyan lo siguiente:
Evaluación y supervisión
- Recolectar datos de cada grupo de usuarios y asegurarse de que dicha información se divida por género, edad y, en caso de que corresponda, tipo de discapacidad.
- Crear grupos de debate y otros procesos de consulta directa en los que participen todos los usuarios pertinentes en grupos separados por género, que cuenten con facilitadores capacitados del mismo género que los miembros de dicho grupo.
- Consultar a los diferentes grupos de usuarios sobre sus necesidades para hacerles saber sobre la ubicación, accesibilidad, diseño y uso de todos los servicios e instalaciones de saneamiento.
- Incluir a las organizaciones de personas con discapacidades y de personas mayores en las respuestas de saneamiento y buscar asesoramiento de organizaciones especializadas sobre cómo garantizar que las instalaciones de saneamiento sean accesibles.
- Garantizar que todos los grupos de usuarios relevantes tengan representación en los comités comunitarios y los programas de evaluación de WASH.
- Formar al personal, los agentes de divulgación y los socios a partir de un diseño inclusivo; concientizar sobre las discapacidades y la edad, y reconocer las necesidades específicas de los distintos grupos de usuarios.
- Controlar la respuesta de saneamiento para garantizar la inclusión de todos los grupos de usuarios.
Planificación de disponibilidad de instalaciones de lavado y saneamiento accesibles
- Analizar la posibilidad de que, al menos, un 15 % de todas las letrinas públicas sean inclusivas y algunas otras se construyan para ser lo más accesibles y libres de obstáculos posible.
- Analizar la posibilidad de que haya unidades con letrinas individuales o comunitarias que sean inclusivas.
- Garantizar que todas las instalaciones accesibles estén señalizadas con símbolos de acceso grandes.
Acceso a las instalaciones
- Reducir al mínimo la distancia entre las instalaciones públicas o de uso compartido y los hogares y refugios, y ubicar las instalaciones de saneamiento y refugios accesibles de manera tal que las personas con limitaciones físicas, movilidad reducida o problemas de seguridad estén cerca de letrinas accesibles y otras instalaciones de WASH.
- Mejorar el acceso a las instalaciones públicas implementando caminos más anchos, escaleras y pendientes con baranda, caminos guiados por cuerdas o señalizaciones sobre la superficie del suelo, y referencias adicionales para las personas con deficiencias visuales.
- Incluir rampas de poca pendiente (no más de 1 unidad de altura por cada 12 unidades de longitud) y al menos 1,5 m de ancho, con barandas en cualquiera de los lados (preferentemente en ambos) y bordillos laterales.
- Proporcionar señales visuales de colores brillantes que indiquen las instalaciones públicas o de uso compartido accesibles.
- Proporcionar dispositivos móviles o domésticos como bacinillas, orinales, baldes, bolsas o pañales para personas con movilidad reducida, incontinencia o confinadas en la cama.
- Garantizar que todas las zonas peligrosas estén señalizadas y valladas.
Ingreso a las instalaciones y circulación interior
- Durante la fase inicial de la respuesta de emergencia, las dimensiones de las letrinas temporales o móviles deben ser de, al menos, 120 cm × 120 cm, e idealmente, de 180 cm × 180 cm.
- Para los usuarios de sillas de ruedas, la entrada debe ser lo suficientemente grande como para permitirles maniobrar y abrir la puerta. La diferencia de nivel entre la superficie de afuera y adentro no debe ser significativa.
- La puerta debe ser de, al menos, 90 cm de ancho y debe abrirse hacia fuera; además, debe tener una manija grande (que no debe ser redonda) y una cuerda o baranda en el interior para poder tirar de la puerta y cerrarla.
- Las cerraduras deben ser fáciles de usar para las personas con dificultades de agarre; por ejemplo, se pueden utilizar cerrojos deslizantes o giratorios de metal o madera.
- El espacio dentro de la letrina debe permitir que la persona maniobre la silla de ruedas en un diámetro de aproximadamente 1,5 m (dependerá de los modelos de sillas de ruedas; compruebe los tamaños y formas de las sillas de ruedas en las zonas de emergencia); además, el espacio hasta la letrina debe ser de 1 m para que la persona pueda trasladarse. Por último, debe haber espacio suficiente para el cuidador.
- Las superficies deben ser antideslizantes.
Uso de las instalaciones
- Proporcionar una baranda o cuerda para que la persona pueda sostenerse al sentarse o ponerse en cuclillas y pararse. Las barandas deben colocarse a aproximadamente 80 cm del suelo y ser lo suficientemente fuertes para resistir el peso del cuerpo.
- Proporcionar dispositivos de lavado de manos accesibles (con una altura accesible y grifos fáciles de usar para personas con dificultades de agarre o falta de fuerza) y ubicar instalaciones de lavado de manos accesibles cerca de letrinas accesibles.
- Proporcionar asientos fijos o móviles y ayudas para sentarse (silla cómoda, silla/banqueta con un agujero, asiento fácil de limpiar, fijo o extraíble, diferentes dimensiones para niños/adultos).
- El asiento del retrete u otro tipo de letrina puede tener diferentes formas según las costumbres y los hábitos del usuario, por lo que debe elegirse tras consultar a la población interesada, incluidas las personas con discapacidades.
Difusión de la información
- Garantizar que toda la información pertinente de WASH, así como los mensajes de promoción de la higiene, se difundan en medios de comunicación adecuados y variados (por ejemplo, utilizando letra grande, altavoces, lenguaje sencillo, ilustraciones).
Diseño adaptado al género
Las adaptaciones y mejoras de diseño que permiten que las instalaciones de saneamiento sean más respetuosas con el género y la gestión de la higiene menstrual incluyen las siguientes:
- Contar con instalaciones públicas o de uso compartido que sean accesibles, estén bien mantenidas y divididas por género.
- Garantizar la privacidad y la seguridad (letrinas con paredes sólidas, puertas con cerradura, techos en zonas con terrazas, iluminación nocturna, ladrillos con rejillas).
- Brindar un acceso a productos de higiene menstrual, hechos de materiales sostenibles, localmente aceptables, que incluyan información para usarlos correctamente (adecuado, asequible, producido por un proveedor local, si es posible).
- En caso de que no sean reutilizables, se deberá proporcionar información sobre las opciones correctas de eliminación.
- Tener contenedores para la eliminación discreta de materiales de higiene menstrual.
- Proporcionar instalaciones de lavado que cuenten con agua y jabón dentro de la cabina o posibilidades de lavado y secado discreto de productos de higiene menstrual reutilizables con desagüe discreto para evitar que se vea el agua con sangre menstrual.
Diseño culturalmente apropiado
Al diseñar e implementar infraestructuras de saneamiento, debemos prestar especial atención a que el diseño de las instalaciones sea culturalmente apropiado; sobre todo, si conviven personas de distintos grupos culturales, étnicos o religiosos. Las personas tienen la posibilidad de elegir si quieren utilizar un retrete o no y pueden no hacerlo si lo consideran inapropiado, incómodo o no se ajusta a sus costumbres y hábitos. Por este motivo, el diseño culturalmente apropiado tiene en cuenta aspectos como una interfaz de usuario adecuada (para sentarse o agacharse); el tipo de material de limpieza anal que los usuarios consideran aceptable (por ejemplo, papel higiénico, agua, palos o piedras), y los elementos relacionados con el género y la privacidad (por ejemplo, instalaciones divididas por género, para mujeres y hombres), ya que es posible que no todos los miembros de los distintos grupos culturales estén dispuestos a utilizar las mismas letrinas o quizás existan tabúes relacionados con el uso de los retretes, la manipulación de los residuos o las posibles opciones de reutilización. Las creencias y normas culturales también pueden afectar la ubicación (es posible que las personas no quieran ser vistas cuando van al retrete) y la orientación de las instalaciones (por ejemplo, existen normas religiosas que establecen que los retretes no deben estar orientados hacia el lugar de oración); además, pueden limitar las opciones tecnológicas (por ejemplo, las tecnologías orientadas a la reutilización pueden no ser una opción en contextos donde la manipulación y reutilización de los excrementos no es culturalmente aceptable, tal y como sucede en las sociedades musulmanas, en las que el uso de mingitorios está prohibido). Las cuestiones culturales pueden ser diversas y deben abordarse durante la fase de evaluación X.1 para poder comprender y responder de manera adecuada a las necesidades, los hábitos y las prácticas de la población.